Mostrando entradas con la etiqueta Volar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Volar. Mostrar todas las entradas

domingo, 12 de enero de 2014

Palabra y pena




Mientras el sol despertaba ella me dijo:

No te olvides
La palabra pesa
La pena pasa.



Hay palabras como una pluma echada al viento
Hay palabras como piedra arrojada al fondo del océano
La pena pasa como darle la vuelta a la hoja
La pena pasa como montaña que en siglos se desmorona.





martes, 3 de agosto de 2010

Eso que llaman volar

Los humanos, desde hace unos 150 mil años en que aparecieron los primeros homo sapiens sapiens, hemos abrigado deseos, muchos deseos. Entre ellos están aquellos que tienen que ver con hacer realidad lo que nuestra propia naturaleza no nos permite. Por ejemplo, correr sobre la superficie de la tierra a grandes velocidades, navegar en las aguas y elevarnos por los libres cielos. Después de muchos intentos hoy tenemos autos, barcos y aviones. Podríamos preguntar: ¿qué más podemos desear?. Sin embargo, la aviación moderna con todo lo rápida que es, sigue estando muy lejos de esa placidez y bonanza que tiene un ave al volar y que desde la altura divisa campos y mares, bosques y llanos, desiertos y costas. Viajar en avión se ha vuelto algo muy serio, terrorífico, a veces, por los controles anti terroristas y después tu equipaje lo huelen los perros y gente que no conoces mete la mano entre lo más intimo y querido que lleves. Por si esto fuera poco, los avisos antes de despegar se refieren íntegramente a eso que no deseamos jamás: caer en tierra o en medio de la nada del mar, sin olvidar la lista de los “No”. No teléfonos, no computadoras, no navajas, no lociones, etc. Por último, la sensación de estar dentro de ese tubo de aluminio y vidrio con escaso movimiento personal, es decir, asardinado, termina sin más pena ni gloria que el clásico anuncio: En breve aterrizaremos y otra andanada de anuncios. ¿Donde quedó el sueño y el gozo de elevarse en las alturas, silenciosamente y divisar la curvatura de nuestro pequeño planeta azul en el horizonte? Quedó en el siglo 19, el siglo de los globos voladores sin más comodidad que una canastilla de mimbre con un barandal y que cada viajero llevaba de pie, un matambre y algo caliente para beber.

jueves, 17 de junio de 2010

Cerca de tí

El avión levanto el vuelo pesada, lenta, esforzadamente en medio de bolsas de aire. El temor estaba dibujado en todos nosotros. Junto a mi viajaba una abuela y su nieto. Pese a los deseos de un vuelo placentero el primer vuelo de este niño estaba siendo terrible. Escuché cómo el niño le decía a la mujer: Abue, pase lo que pase cierro los ojos, te abrazo y no sé que es el miedo. Para nuestra fortuna el vuelo fue ganando en serenidad hasta convertirse en una invitación a la ensoñación como suele sucederme. En ese estado me visitó el recuerdo de Marguerite Yourcenar quien escribió unas cuantas palabras inolvidables sobre el volar, los miedos, el amor y el morir:

En el avión, cerca de ti,
ya no le tengo miedo al peligro.
Uno sólo muere cuando está solo.

 -Inspirado por Marguerite Yourcenar .Fuegos

martes, 23 de febrero de 2010

Ligeros

Se puede estar en este mundo grave y pesadamente o ligera y levemente. Ni lo uno ni lo otro es mejor o peor. Escribir, deslizar letras, palabras, conceptos, ideas sobre un papel o en una pantalla de computadora es un acto liviano diferente a tomar un buril o un cincel y grabar una oración en la piedra. Por si misma la ligereza no es mejor ni peor que la grave pesadez. Punto pues a la relatividad y a las circunstancias. Por todo esto no caducará la intuición de Paul Valery al señalar: Hay que ser ligero como el pájaro, no como la pluma. Una parte nuestra de los terrestres es el anhelo de ligereza propia de las aves y de las hojas en el viento. Anhelo pleno de levedad, versatilidad, fluidez y constante transformación. Si así cultivamos a nuestra mente y creatividad, aportaremos algo sencillo y valioso para nuestro mundo.