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miércoles, 10 de septiembre de 2014

Huellas





GPH
Los niños y los viejos, los capitanes y marineros, los soldados que vuelven de Irak, los deportistas y los albañiles, tú y yo nos parecemos a cualquier árbol grande o pequeño joven o viejo . ¿En qué? En tener cicatrices, escoriaciones, cortes, raspones, huellas  de arañazos y quemaduras. Humanos y árboles somos libros, páginas donde nuestros errores, accidentes, distracciones dejan sus huellas y cargamos con ellas a lo largo de la vida. Hace poco estuvimos sentados en rueda y cada uno fue contando alguna historia de sus huellas en la piel, de sus escoriaciones del alma. Una biografía completa de las huellas de la vida en nuestra pìel.Muchas ya no duelen pero no se van nunca de la memoria. Un recuerdo del famoso perdono pero no olvido, porque la cicatriz lo dice todo sin palabras y la memoria del alma viaja  sin atadura, lejos del puerto. Dicen los viejos marinos que la edad del barco se conoce por la huellas que el mar le ha dejado a la nave en sus navegaciones.

domingo, 10 de febrero de 2013

Estelas







Los barcos dejan una estela  en su travesía .Los aviones dejan una estela en los fríos cielos azules .Los humanos también, pues cada cual tiene su propio aroma. Esto lo supo  Coco Chanel y acentuó  el encanto  femenino. En una pequeña y hermosa perfumería parisina leí  una de sus frases famosas:   El perfume anuncia la llegada de una mujer y alarga su marcha. Sí, las mujeres dejan una hermosa estela para darnos a entender que el perfume no es un placer egoísta sino todo lo contrario .El aroma lo goza  la mujer y todos quienes estén en su camino.[1]






[1] Agradecido con mi amigo tuitero Simples Comillas vía karnatiovacs

miércoles, 25 de mayo de 2011

Coraje

¿Qué es a fin de cuentas una nave, un velero, un barco? Esta pregunta resonó de un extremo a otro del gran salón de clases. Las opiniones fueron y vinieron. Hay una que guardo con cariño. Un amigo mío con fama de despistado dijo: Una nave es un puente entre dos orillas donde una no sabe de la otra. Nuestro profesor completó este viaje de la imaginación preguntando: ¿Además de una nave qué necesitas para cruzar el mar? Una compañera  con pocas pero sentenciosas palabras nos dijo: Hace falta coraje, mucho coraje y nunca podrás cruzar el océano... a menos que tengas el coraje de perder de vista la costa.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Pese a todo

El y Ella se conocieron en Europa en una universidad. El formó parte de la resistencia antifascista. Ella regresó a América, Se casó, tuvo tres hijos. Su hombre la dejó, una noche, con los tres pequeños. Él le enviaba a ella una sentida carta cada año y así fue durante 25 años. Terminada la crianza y educación de los tres hijos ella hizo un viaje a Europa y quedaron de reencontrarse en la misma banca, del mismo patio, de la misma universidad donde se conocieron cuando el reloj de la torre diera las 12 del medio día. Así sucedió. Cada cual llevó un mínimo regalo sin ponerse de acuerdo. Ella puso en manos de Él, un pequeño texto escrito de su puño y letra -citando a un poeta- que decía así:

“…Cuando aún no había flores en las sendas
porque las sendas no eran ni las flores estaban;
cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,
ya éramos tú y yo"

[1] Poema de amorosa raíz. Alí Chumacero 1918 Acaponeta,Nayarit - 2010 México DF

jueves, 28 de octubre de 2010

Inutilidades

Tuve una vieja y pequeña libreta en mi escuela secundaria donde solía apuntar las cosas ,técnicas, estrategias y habilidades útiles para la vida. Un día un maestro mío me sugirió que también apuntara algunas inutilidades y transcribo la primera de esa lista y decía así: Remar fuerte no sirve si el barco va hacia el lado equivocado. Junto a esta frase estaba apuntada la siguiente nota: Sabiduría japonesa. Han pasado los años, muchos años desde entonces y esa sabiduría se hace más joven.


martes, 3 de agosto de 2010

Eso que llaman volar

Los humanos, desde hace unos 150 mil años en que aparecieron los primeros homo sapiens sapiens, hemos abrigado deseos, muchos deseos. Entre ellos están aquellos que tienen que ver con hacer realidad lo que nuestra propia naturaleza no nos permite. Por ejemplo, correr sobre la superficie de la tierra a grandes velocidades, navegar en las aguas y elevarnos por los libres cielos. Después de muchos intentos hoy tenemos autos, barcos y aviones. Podríamos preguntar: ¿qué más podemos desear?. Sin embargo, la aviación moderna con todo lo rápida que es, sigue estando muy lejos de esa placidez y bonanza que tiene un ave al volar y que desde la altura divisa campos y mares, bosques y llanos, desiertos y costas. Viajar en avión se ha vuelto algo muy serio, terrorífico, a veces, por los controles anti terroristas y después tu equipaje lo huelen los perros y gente que no conoces mete la mano entre lo más intimo y querido que lleves. Por si esto fuera poco, los avisos antes de despegar se refieren íntegramente a eso que no deseamos jamás: caer en tierra o en medio de la nada del mar, sin olvidar la lista de los “No”. No teléfonos, no computadoras, no navajas, no lociones, etc. Por último, la sensación de estar dentro de ese tubo de aluminio y vidrio con escaso movimiento personal, es decir, asardinado, termina sin más pena ni gloria que el clásico anuncio: En breve aterrizaremos y otra andanada de anuncios. ¿Donde quedó el sueño y el gozo de elevarse en las alturas, silenciosamente y divisar la curvatura de nuestro pequeño planeta azul en el horizonte? Quedó en el siglo 19, el siglo de los globos voladores sin más comodidad que una canastilla de mimbre con un barandal y que cada viajero llevaba de pie, un matambre y algo caliente para beber.

lunes, 14 de junio de 2010

Tarjeta postal

Fue un sábado o domingo en una pequeña obscura librería de viejos libros. Junto a la caja registradora estaba una pequeña canasta con un mínimo mantel de crochet albergando viejas tarjetas postales que viajaron, llevaron y trajeron noticias, nostalgias, anuncios etc. Me detuve en una que mostraba a uno de los barcos de la famosa White Star, sí la del Titánic. En el reverso de esa tarjeta leí unas líneas que hasta ahora me conmueven:

Una sirena llora
La salida de un barco
Sobre el agua que borra...


-Inspirado por Marguerite Yourcenar. Escritos al dorso de dos cartas postales

lunes, 19 de abril de 2010

De navegación y velas


Los tiempos complicados, díficles, tortuosos y violentos que vivimos en el desierto en mucho piden que los ciudadanos nos organicemos sin esperarlo todo del gobierno salvo en las aéreas de su particular responsabilidad. Nuestro tejido humano, social esta malherido, hay mucho sufrimiento y dolor y eso nos convoca urgentemente a todos. Junto a esta dimensión comunitaria esta el destino personal de cada cual donde cada uno de nosotros tiene ante si numerosos retos que afrontar y tomar actitud ante ellos. Siempre en la línea de nuestra navegación, en el desierto, viene a mi memoria la inolvidable expresión de nuestra gente ante la marea: cada palo aguanta su vela… y aquella otra que va de la mano: cada candelero carga su vela.