Las tardes del verano nos regalaban
aguaceros con tremendas gotas salpicantes y marchantes dentro del
caudal y la pendiente de la calle, un ejército de soldaditos. Allá, en el alto cielo los truenos fueron un temido ejército galopante. Un cielo
poblado por ovejas grandes, medianas y pequeñitas que tan pronto llegaban,desaparecían en el
matadero del horizonte. Las tardes del verano, un libro abierto sobre el breve
tiempo, la breve vida –con ese agridulce inconfundible.
Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
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viernes, 30 de enero de 2015
martes, 19 de agosto de 2014
Tú y las nubes
Tú y las nubes me traen muy loco
tú y las nubes me van a
matar, fue un estribillo que yo repetía sin cesar en mi niñez -ignorando el resto de la canción, el autor. Sólo
tenía la remota idea de que era una
canción mexicana. Pasaron muchos años y un día, en estas tierras, se me
presentó la mismísima imagen de José Alfredo quien cantaba desconsolado mi
estribillo de niño. Tú y las nubes me
traen muy loco
tú y las nubes me van a matar… Hoy vuelvo al estribillo que
me deja una similitud entre las cambiantes nubes y el cambiante estado de ánimo
de la amada. ¡Las nubes! Ligeras, sin rumbo fijo, volubles, antojadizas
y de una liviandad que hasta las palabras parecen piedras pesadas comparadas
con su ser sutil, translúcido –descomunales, nos imponen, son nada más vapor en
suspensión. Aquí en la tierra nos volvemos locos y tememos morir de amor y de
otras cosas pero las nubes no sufren, llegan,
están y se van y la muerte no es tema que les preocupe -pues en los segundos que me lleva el
tararear ya son otras y me hacen un
guiño de ojo.
domingo, 22 de diciembre de 2013
Contemplaciones, explicaciones
El niño contempla el mar, por primera vez.
¡Papá las nubes se han caído!
¿Cómo?
Sí, por eso hay mar.
Días después.
¡Papá el mar se ha elevado por los cielos!
¿Cómo?
Sí, el cielo está lleno de nubes.
¡Papá las nubes se han caído!
¿Cómo?
Sí, por eso hay mar.
Días después.
¡Papá el mar se ha elevado por los cielos!
¿Cómo?
Sí, el cielo está lleno de nubes.
domingo, 27 de febrero de 2011
Miradores de nubes
De nuestros hombres y mujeres del desierto se ha escrito algo en diferentes tonos y con variadas direcciones. Se ha señalado que somos barbaros del norte, vencedores del desierto, encendedores de la revolución. De todo tenemos un poco. Sin embargo quiero recuperar un nombre que yo les doy a nuestros hombres y mujeres del desierto: Miradores de nubes. Al sol no lo podemos ver cara a cara, eso jamás. Somos miradores de las nubes, expertos en nubes, amadores de las nubes, buscadores de las nubes. Las nubes son nuestro libro abierto. Cada mañana, cada tarde nos traen su mensaje lejano. Nos traen paciencia, nos traen esperanza, nos regalan júbilo y alegría, Su ausencia se traduce en espera ansiosa y hasta en cierta desolación. Las nubes se presentan con vistoso ropaje y su fluir anuncia frio, lluvia, calma, gozo o ansiosa expectación de un aguacero largamente anhelado. Tersas, diáfanas, difuminadas, estilizadas, algodonadas, pachonas, regordetas, preñadas, desgarbadas son algunas de sus características más allá de los nombres científicos. Los miradores de nubes tenemos nuestras nubes predilectas y el verlas pasar en el limpio azul - con una atención imperturbable- nos regocija.
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