viernes, 5 de septiembre de 2014

Julio en Buenos Aires .La Buenos Aires de Julio



Artigas 3246, en el barrio de Villa del Parque
Julio nació en Bélgica con la gran guerra del 14 en el siglo 20. A los 4 años la familia viajó Argentina y se instalaron en Banfield. La primaria la estudio en Buenos Aires con diarios viajes en tren y autobús. La familia que le quedó –madre, hermana y abuela- se mudaron a un barrio porteño tranquilo  - calle Artigas 3246, en el barrio de Villa del Parque. El futuro profesor de escuela paso temporadas en pequeñas poblaciones como Chivilcoy y Bolívar y a sus 30 fue a la recién nacida Universidad de Cuyo para enseñar literatura. Corrían los dos últimos  años – 1944,1945- de la segunda guerra y el surgimiento del peronismo. Después de la breve pero fructífera permanencia en Mendoza, Julio hizo su primer viaje a Paris en 1950 ,volvió a Buenos Aires y en 1951 vendió sus discos y sus libros y dejo su Argentina para siempre, instalándose en París   -en la precariedad austera y recortada, como sello de su vida. Atrás quedaron los café de la Once, la Perla, la esquina de Florida con Viamonte donde acudía Borges, el Luna Park del boxeo y los bares de jazz, sus amigos, sus amores, su mínima familia y el creciente peronismo.  ¿Cómo fue la relación de Cortázar con Buenos Aires? Le preguntaron a Julia Saltzmann: Entiendo que fundamental e intensa, amorosa y doliente a la vez. Quien se va, acepta tener su vida partida en dos, y esa condición marcó su literatura y quedó sintetizado en “el lado de acá” y “el lado de allá”. Lo encuentro indudablemente argentino en sus referencias, sus gustos, su lenguaje, incluso su vida en París también es una manera de ser argentino, pero por algo se lo lee y respeta en todas partes. Nunca y en ningún campo se ciñó a visiones estrechas, por eso es un clásico moderno, un escritor universal.[1] Julio visitó su Argentina 7 veces, la ultima en 1983 el año anterior a su partida del mundo. Como emigrante en Paris dijo Julio, evocando a su tierra: Ser hombre es estar continuamente recortado de algo, privado de algo. De esa privación, de ese sentirse recortado sólo nos salva el elegir la actitud más amable que podamos.










[1] Julia Saltzmann, jefa editorial de Alfaguara Argentina, habló con GACETA sobre el libro ‘Cortázar de la A a la Z’, que se acaba de publicar como homenaje en el centenario de su nacimiento, editado por Aurora Bernárdez, quien fuera esposa de Cortázar y su albacea testamentaria, y Carles Álvarez Garriga.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Puerta de mi casa…





J en el columpio
Por nuestro carácter trashumante  nos ha sucedido ,me incluyo, que dejamos la patria mayúscula,la patria grande y la patria chica para marcharnos a tierras lejanas en tiempo y espacio. Lo que les ha sucedido a menos de los muchos es…volver. Volver puede ser una experiencia tan estrujante como el  partir. Julio dejó a su Buenos Aires y anduvo dando clases en la provincia hasta que en Julio  de  1944 viajo a Mendoza para dar clases de literatura en la recién nacida Universidad de Cuyo hasta diciembre de 1945.  Con  sus treinta años cumplidos dejó una estela luminosa de apuntes, apuntes de clases,bibliografia sugerida, correspondencia y amistades entrañables. Retumbaban los pasos del peronismo y los cañones de la segunda guerra mundial en ese año y medio. Julio viajo a París y volvió a su Mendoza adoptiva  con el doble de edad y las huellas de la madurez en 1973. ¿Cómo registró Julio ese reencuentro? : Como otras veces, hubiera podido entrar en la Argentina por vías más cómodas y rápidas. En cambio tomé el Transandino para acercarme despacio, saboreando el paisaje, como quien se demora en comer un durazno. Y te bus- qué, Mendoza, porque te quiero desde muy lejanos tiempos, desde una juventud que se niega a morir en vos y en mí como si veintiocho años no hubieran pasado por tus calles o por mi cara. Y sos la de siempre, me das otra vez el rumor del agua de la noche, el perfume de tus plazas profundas. Para un viajero del mundo que siempre llevó consigo a su Argentina y trató de decírselo con libros, qué recompensa me das hoy, Mendoza, puerta de mi casa, amiga fiel que me sonríe.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Un pájaro ,una ventana





¿Por qué soy carpintero, político, arqueólogo o analista de informática? Es una pregunta pertinente para los seres humanos  -de vez en cuando y de tarde en tarde en su vida-   Mi querido Julio no fue la excepción y desde muy joven se vio cara a cara con la pregunta. Durante su visita a la Universidad de California en Berkeley,1980 dio cuenta a los estudiantes  de su ser de escritor ,del por qué escribe, qué le mueve y cómo le llegan e impresionan las súbitas visitas e inspiraciones: Siempre he escrito sin saber demasiado por qué lo hago, movido un poco por el azar, por una serie de casualidades: las cosas me llegan como un pájaro que puede pasar por la ventana. Ejercicio inspirador para nosotros pues el tema del para qué de nuestra vida, el para qué hacemos lo que hacemos es parte de los imprescindibles de la existencia.

martes, 2 de septiembre de 2014

Los caminos y el tiempo



JC en Berkeley
Mi querido Julio fue invitado en 1980 para dar unas clases de Literatura en la universidad de California en Berkeley.  En su primera reunión dio cuenta a su alumnos  -entre varios puntos importantes- del papel que tenía el cuento y la novela en su vida. Dos géneros amados  -y añadiría que también sus poemas, menos conocidos pero igual de hermosos- Después  les comentó sobre su manera de preparar las clases y su auto definición como trabajador de las palabras. Todo esto lo resumió bajo la expresión: Los caminos de un escritor. Aquí abordó un tema que me es muy querido: La conciencia que tenemos de lo que somos, la conciencia del tiempo, el sentido de nuestra vida. Una vida que no se entiende plenamente en el momento de ser vivida sino sólo cuando ha transcurrido un tiempo que nos permite ganar perspectiva y entonces se nos revela el sentido de lo vivido: “…El escritor no conoce esos caminos mientras los está franqueando -puesto que vive en un presente como todos nosotros- pero pasado el tiempo llega un día en que de golpe, frente a muchos libros que ha publicado y muchas críticas que ha recibido, tiene la suficiente perspectiva y el suficiente espacio crítico para verse a sí mismo con alguna lucidez. Cuatro  palabras son precisas: de golpe, perspectiva, espacio crítico y lucidez.  Darnos cuenta de lo que somos y de lo vivido es una revelación repentina que pide de nosotros la apertura para la autocrítica transparente. ¡Que gran acontecimiento es alcanzar una visión de sí mismo, del mundo, de la historia, con una cierta lucidez!

lunes, 1 de septiembre de 2014

Benevolencia





El buen Jorge Luis Borges  ,fue para mi  sentir, un espíritu libre y jovial que hizo grandes espacios para mostrarnos la alegría, el contento, la broma y una suerte de ironía que rompe con las solemnidades de las palabras, de los gestos y posturas ampulosos a través de sus ficciones literarias. En un ensayo dedicado  a John Wilkins  y su idioma analítico, Jorge Luis cita al doctor Franz Kuhn quien atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos  -una catalogación de los animales del Emperador dividiéndolos en categorías que nos roban una sonrisa inevitablemente. En sus antiguas páginas está escrito que los animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (1) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas. En ese  Emporio celestial de conocimientos benévolos  se intenta darnos un cierto orden del universo  -que es un término que ,de tan grande, no lo podemos imaginar y por esa razón Jorge Luis remata diciendo: "(...)notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo".  Borges, sin duda fue enciclopédico y fue alegremente benévolo para llevarnos y traernos por los vericuetos de la imaginación donde todo se hace posible.

En la escuela del mundo

Uno de los grandes descubrimientos que hacemos más temprano que tarde es que cada día se va y no vuelve, que no podemos volver al vientre materno, y cosas por el estilo. La conclusión es  como lo apuntó mi querida  Szymborska  en su hermoso "Nada es dos veces" : Aunque fuéramos los alumnos más torpes en la escuela del mundo, nunca más repasaremos, ningún verano o invierno..."