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En nuestro querido desierto el agua es un
tesoro y las razones sobran. La meditación sobre el agua, sus características, dones
y utilidades es infinita. Todos nosotros estamos hechos de gua y nuestra mente
es sutil y fluida como el agua. En el arte de vivir hay ritmos y uno puede ir
rápido o lento lo importante es saber discernir cuando toca una cosa y cuándo
la otra. Respecto a las variadas dificultades que encontramos y encontraremos
en la vida vele la pena recordar los dichos de nuestros viejos rancheros: El agua fluye, las piedras permanecen.
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Nuestro
amado desierto es testigo del esforzado
trabajo de sus hombres y mujeres. Las fuerzas naturales son imponentes y ante
ellas emequeñecemos. Sin embargo, como
nos recuerdan nuestros viejos sabios: No
puede impedirse el viento. Pero pueden construirse molinos. La diferencia está siempre en la actitud que tomamos.
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En nuestro amado desierto ,desde lejanos siglos, el paisaje está completo si hay caballos. Fue y sigue siendo un medio
privilegiado donde el asfalto y los cómodos caminos terminan. Tener o perder un
caballo es dicha y desdicha. Si en el mar hay naves, en nuestro mar de arena el
caballo lo ha sido casi todo. Pese a su valor y grandeza, los vaqueros y
rancheros están conscientes de algo más y así lo mencionó un viejo sabio cuando
enseñaba a su nieto los cuidados para con su caballo: Si
pierdes el caballo, puedes recuperarlo;
pero si pierdes la palabra, es para
siempre. Por encima y más allá está
la palabra dada, la palabra de honor empeñada,la responsabilidad.
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En
el deseo y la necesidad de comprendernos ,como sociedad, los seres humanos
recurrimos a las ciencias, a las artes a las filosofías y religiones. Es un tema
recurrente todo lo que se dice sobre la pobreza, la riqueza
y las clases sociales etc. Opinando sobre este punto un viejo periodista
francés de comienzo del siglo XX dijo con un gramo de humor y de ironía: La
sociedad está dividida en dos clases: aquellos que tienen más cenas que
apetito, y aquellos que tienen más apetito que cenas. Han de existir otras
divisiones y explicaciones sobre la sociedad pero la Aurevilly no tiene
desperdicio y un niño puede comprender
la hondura de su sencillez.
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La gente de nuestro desierto tenemos nuestros rituales para casi todo y
como todo el mundo los tiene. Rituales de aseo, de alimentos, de trabajo y
relaciones, rituales para el dinero y para la salud, para comenzar terminar y
recomenzar. Aprendida la lección la nieta le preguntó a la abuela en un rancho
cercano: Abue, quién dijo que tenemos que hacer tres comidas cada día y por qué
no una o cinco ? La abuela respondió. La
verdad no sé qué decirte, pero tu
pregunta me hace pensar que si la gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón?