sábado, 25 de octubre de 2014

Callejeros





Barone
Un anhelo humano extendido  en el tiempo y en el espacio es tener un techo propio. Desde ahí vemos el mundo o desde ahí le damos la espalda. Sea como fuere, hay algo que queda fuera de ese techo ¿cómo se llama lo de afuera? Tienen nombres diversos como vagabundos, perros callejeros.  Hace miles ,miles de años los perros silvestres fueron domesticados, es decir, pasaron a vivir a la domus, a la casa humana. Tanta confianza y familiaridad tienen con nosotros que, algunos, comen de  la mesa, duermen en la misma habitación, son un miembro de la familia con derechos. Pero están los otros, los que tienen a  la calle por casa y el cielo estrellado por techo. Si a estos pequeños seres un día los domesticamos, los hicimos de nuestra casa ¿no tenemos la responsabilidad de cuidarlos, respetarlos sobretodo cuando son callejeros, los años se les vienen encima,cojean,pasan hambre y nos miran largamente? Todos los seres callejeros  -humanos y domesticados-  nos llaman, unos con susurros y los demás sólo con la mirada. Darme cuenta de esta dimensión ha sido como no sólo ver las hermosas flores y hojas sino también la corteza vieja y quebrada de los árboles. Lo uno y lo otro son parte de la vida.

viernes, 24 de octubre de 2014

Memoria del corazón

Hay dos grupos de seres humanos.Los desmemoriados y los memoriosos.La distinción puede llevarnos al mundo escolar de nuestra infancia pues mientras unos no daban una con las tablas de multiplicar otros se sabían de corrido los ríos de Africa sin faltar ni uno. Pero hay algo más allá y es la memoria del corazón,la que lleva cuenta agradecida de la palmada en el hombro,el guiño,el cafe compartido,la escucha atenta. Esa memoria agradecida es indeleble como lo que se inscribe en la roca y no en la arena donde la ola borra y se lleva todo.En nuestro desierto tenemos en gran aprecio aquello que decían en el lejano oriente: Los que bebemos del pozo no hemos de olvidar a aquellos que lo cavaron.


 

Muros, Puentes



9 noviembre 1989 / Caida del muro
En breve se cumplirán veinticinco años sin el muro de Berlín, pero también un frío diciembre invernal se cumplieron los veinticinco años con muro y en otro  durísimo invierno los berlineses contemplaron atónitos como se levantaba un muro en la ciudad que dejó a padres e hijos separados, a madres e hijas, amigos y enemigos. Ese ejemplo cundió en dos países que siendo muy listos y creativos  se asustaron y recurrieron a la construcción de muros de acero, concreto y cámaras digitales de observación. Estados Unidos e Israel saben que tarde o temprano el mundo verá y se convencerá de dos cosas: que ningún muro es invencible y que todo muro tiene sus días contados -como toda vida humana sobre la piel de la tierra. Así que la buena noticia que se deriva de esas tragedias es : construyamos puentes de entendimiento, puentes de libertad que dejen atrás la esclavitud del miedo al otro, miedo al tú que es como yo. Sólo así nace el nosotros,la fraternidad

miércoles, 22 de octubre de 2014

Fosa común




Las guerras, las revoluciones, las dictaduras de izquierda, de derecha y de centro coinciden en su debilidad por las fosas comunes, para los hombres y mujeres comunes, por los más comunes delitos como querer: una mesa, trigo maduro, pan horneado por el trabajo digno, una familia con quién compartir el pan. Grandes comunes delitos que ameritan que ellos sientan debilidad por las fosas comunes.


martes, 21 de octubre de 2014

En la línea




Donde se encuentran los mundos, la línea. Donde terminan los mundos, la línea. Donde se abrazan los mundos, la línea. Mar de la tierra y mar del cielo. Mar de las aguas y mar de los aires, la línea. En el mar de arena, nuestro amado desierto, allá donde  no llega la mirada y la vista se cansa, la línea. ¿Qué es sentirse en la línea?  Davide Rondoni buen amigo italiano apuntó: Gracias a ti, ser como el árbol solitario sobre la línea de la colina que, abierto,  deja ver cómo le llega a los hombros el grito del cielo.


lunes, 20 de octubre de 2014

Duermevela





Llegados a cierta edad de la vida  -por variadas circunstancias- hemos pasado noches en duermevela.  Cuentan de una anciana mujer polaca sobreviviente de la segunda guerra mundial, del hambre y de la viudez que dedicó su vida a medio dormir de día y estar en duermevela en donde quiera fuera necesaria.  Mi querida Anna Kamienska[1] escribió lo siguiente:   “No te concedieron el insomnio para eso /
para que te evadieras con la química del sopor /
 sino para que atravesando el plasma de la noche / 
penetrases en cada oscuridad /
cruzaras los muros de las cárceles / hasta alcanzar las salas de los hospitales 
 -en las que hay quien llama desde hace mucho
 / para que velases junto al que ha muerto
 -cuando a la familia la vence el sueño / 
junto a quien arde en la hoguera de su conciencia / 
junto a quien da a luz y junto a quien expira
 dando un grito. 
Estar en vela esa gracia te concedieron / 
para que descendieras a la oscuridad de la oración
 -como a una cueva que también es cumbre
 y allí en lo más profundo en su centro invisible,
vieras el destello de ese costado y de esa herida 
y te arrojases sobre ellos con tu corazón y con tus labios”




[1] Del poemario 
Dwie ciemności
[Dos oscuridades]
(1984) Traducción de Anna Sobieska y Antonio Benítez Burraco

domingo, 19 de octubre de 2014

Ser lo que estamos llamados a ser





Hay una tensión cuando conversamos sobre quién es el ser humano. Unos optan por decir que el ser humano está deshumanizado y que hay que re humanizarlo y otros opinan que cada cual es responsable de su humanidad  y así otras posturas. Pero cuando le preguntamos a los poetas, a los místicos  y sabios las cosas se ven un poco diferente. Entre los sucesos, el tiempo y su pátina, el cansancio y sus huellas, los errores ,los dolores y sus cicatrices, todo conspira para que el ser humano sea casi imperceptible e irreconocible debajo de esa corteza, de esa hojarasca. Mi querida Ana Kamienska escribió en su amada Polonia: Señor devuelve a las cosas su esplendor perdido,
reviste al mar con su magnificencia de siempre 
y vuelve a cubrir los bosques con sus variados colores, 
retira la ceniza de los ojos,
 limpia el amargor de las lenguas,
 haz caer agua pura que se mezcle con las lágrimas,
 permite que nuestros muertos duerman en el verdor
 que nuestro obstinado pesar no logre detener al tiempo 
y que el corazón de los vivos florezca con el amor.[1]  Algunos objetarán si esta es una tarea para Dios o es responsabilidad de los humanos. Mientras eso se dilucida intuyo que cada corazón humano anhela, en el fondo de su ser, que seamos lo que estamos llamados a ser.












[1] Anna Kamieńska: poemas 
Traducción de Anna Sobieska y Antonio Benítez Burraco. Drugie szczęście Hioba
[La segunda dicha de Job]
Petición(1974)